EL MUNDO DE LAS PERLAS
Una perla es un producto orgánico generado de forma natural por un molusco, como respuesta a la presencia de un cuerpo extraño. Está compuesta principalmente por capas concéntricas de nácar y se distingue por su brillo singular, conocido como “oriente”.
Una perla cultivada se forma gracias a la inserción de un pequeño núcleo en el interior de la ostra, que reacciona recubriéndolo de nácar. Este proceso requiere años y condiciones ambientales cuidadosamente controladas.
Las perlas naturales se forman sin intervención humana y hoy en día son sumamente raras. Las perlas cultivadas, en cambio, se obtienen mediante una técnica de estimulación natural en un entorno controlado. MIMI trabaja exclusivamente con perlas cultivadas de la más alta calidad.
MIMI utiliza perlas Akoya, South Sea, Tahití y Freshwater. Cada una posee características específicas en cuanto a color, brillo, tamaño y procedencia.
Las Akoya son perlas marinas japonesas, reconocidas por su luminosidad, su forma perfectamente esférica y sus matices blancos o rosados. Son la elección ideal para collares clásicos y pendientes de exquisita elegancia.
Las South Sea se encuentran entre las perlas marinas más grandes y valiosas del mundo. Originarias de Australia e Indonesia, presentan tonalidades naturales blancas o doradas y un brillo sedoso inconfundible.
Las perlas de Tahití proceden de la Polinesia Francesa y presentan tonalidades naturalmente negras o grises, realzadas por matices verdes, azulados o berenjena. Son joyas raras, elegantes y de carácter inconfundible.
Las perlas de agua dulce (Freshwater) se cultivan principalmente en China. Ofrecen una amplia variedad de colores y formas, a menudo irregulares, y son apreciadas por su versatilidad.
El oriente es el reflejo iridiscente que se aprecia en la superficie de la perla. Es un indicador de calidad y depende de la transparencia y la superposición de las capas de nácar.
El lustre es una de las características más importantes de una perla y refleja la capacidad de su superficie para devolver la luz. Una perla de alta calidad, como las seleccionadas por MIMI, exhibe un brillo intenso y definido, con reflejos nítidos y profundos. Este efecto, conocido también como “oriente”, se debe a la estructura estratificada de la perla y a la pureza de su recubrimiento.
La calidad de una perla se evalúa a través de seis criterios fundamentales que, en conjunto, determinan su valor estético y comercial:
• Brillo (o lustre): es el parámetro más relevante. Indica cuán intensa y nítidamente la luz se refleja sobre la superficie de la perla. Una perla de alta calidad exhibe reflejos definidos, radiantes y profundos, evidencia de una nácar compacto y elegantemente estratificado.
• Superficie: las imperfecciones son habituales en las perlas naturales, pero cuanto más limpia es la superficie, mayor es el valor de la perla. Pequeñas irregularidades no afectan su valor si el lustre es excepcional.
• Forma: la forma perfectamente esférica es la más rara y, por tanto, la más valiosa; sin embargo, las formas barrocas u ovaladas, si están bien proporcionadas, también pueden poseer una belleza intrínseca excepcional.
• Color: puede variar del blanco al rosa, al dorado, hasta el gris y el negro. No existe un color “superior”, sino que se premia la armonía del tono y la naturalidad del reflejo. MIMI selecciona únicamente perlas no teñidas, para realzar su autenticidad cromática.
• Tamaño: a igualdad de calidad, una perla de mayor tamaño posee un valor superior. Su crecimiento requiere tiempo, y las dimensiones importantes son testimonio de un prolongado proceso natural.
• Espesor del nácar: determina la durabilidad de la perla y su capacidad para conservar el brillo a lo largo del tiempo. Una capa gruesa de nácar es sinónimo de calidad excepcional.
En MIMI, cada perla es evaluada cuidadosamente según estos criterios, con una mirada experta y una filosofía precisa: seleccionar únicamente ejemplares que expresen elegancia natural, equilibrio y una luz auténtica.
Las perlas auténticas presentan una superficie naturalmente imperfecta, un peso perceptible y reflejos de gran profundidad. MIMI proporciona un certificado para cada perla utilizada.
Las perlas deben lucirse con frecuencia, pero siempre protegidas de perfumes y cremas. Tras su uso, límpielas con un paño suave y consérvelas en su estuche original, separadas de otras joyas.
No. La sal y el cloro dañan de forma irreversible la superficie de las perlas.
En un lugar seco, fresco y oscuro. Lejos de fuentes de calor, luz directa y agentes químicos.
Las perlas más raras del mundo son las perlas Melo y las perlas Conch.
Se trata de gemas extraordinarias, imposibles de cultivar, que se forman de manera natural en moluscos muy específicos y en cantidades sumamente limitadas. MIMI es una de las poquísimas firmas en el mundo capaz de crear joyas con estas perlas tan excepcionales: un savoir-faire que exige habilidades técnicas de altísimo nivel y talleres especializados, capaces de trabajar materiales tan delicados y valiosos.
Las perlas Melo proceden del molusco marino Melo melo, presente en las aguas del sudeste asiático. Carecen de nácar, pero exhiben una superficie naturalmente porcelanada, con matices que van del crema al naranja intenso. Son lisas, excepcionales y absolutamente naturales.
Las perlas Conch nacen, en cambio, de la Strombus gigas, una majestuosa concha caribeña. Exhiben tonalidades que van del rosa suave al más intenso, con una superficie sedosa y el característico efecto "llameado" que revela su estructura interna fibrosa. Estas perlas tampoco pueden cultivarse, y es precisamente su rareza —sumada a la complejidad de su engaste— lo que las convierte en auténticas joyas extraordinarias.